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Kubo and the two strings

Hoy vi Kubo y las dos cuerdas, o Kubo y la búsqueda del Samurái, dependiendo de en qué parte del mundo hispanohablante estés y me he quedado sorprendida.  De esta misma compañía, Laika, había visto ya Coraline y me había encantado entre otras cosas porque está justo entre lo infantil y lo que ya no lo es.  Con Kubo hacen lo mismo, si bien es una película enternecedora que tiene un final a su manera feliz, es una historia triste y conmovedora en la que nos enfrentamos a un niño quebrado y destruido de más de una forma que sin embargo logra destruir, y he aquí lo hermoso, lo malo que hay dentro de alguien y vivir con la felicidad que traen los recuerdos de la gente que ama.

 Con una fotografía impecable, esta cinta de animación cuadro por cuadro (stop motion) narra la historia de un niño que ha perdido un ojo y vive con una madre que lucha por no perder los recuerdos, y que, aparentemente vive en un mundo entre la fantasía y la realidad. Niño aun se ve obligado a cuidar y mantener a su madre y para hacerlo, va al pueblo a  narrar historias fantásticas con personajes de origami que cobran vida al ritmo de un shamisén. Kubo se dará cuenta pronto que esa parte mágica de las historias de su madre, esa que creía fruto de su poca lucidez, es tan real como ese ojo que no tiene y se verá obligado a empezar una aventura en la búsqueda de una armadura.

Y hasta ahí para que vean cómo va la historia, no me gusta malograr la primera mirada.



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